domingo, 9 de octubre de 2011

Ideas peregrinas (mi camino de Santiago).


(Publicado en facebook 8/11/2009)

Como algunos de vosotros sabréis si os habéis conectado últimamente en facebook, recientemente he tenido la oportunidad de realizar las últimas etapas del Camino de Santiago, en una travesía a pie que comenzó en Ponferrada (León) y finalizó en Santiago de Compostela (lo cual por otra parte, yo pensaba que era lo obvio, aunque posteriormente descubrí que hay muchos peregrinos que deciden finalizar en Finisterre).

Bien, escribo estas líneas animado por mi amiguete Luis Gella (espero que me comentes algo), y espero despertad la curiosidad de los que las leáis y no hayáis peregrinado todavía.

Un factor muy determinante en mi caso de la fantástica experiencia que supuso este viaje fue que, condicionado por las fechas en que pude disfrutar mis vacaciones este año ( 2ª quincena de Octubre), me planteé hacerlo solo.

Así pues e intentando ser breve os remiré el viaje: estuve diez días fuera, de los cuales: dos los consumí en la ida y la vuelta; y durante los ocho restantes caminé una media de ocho horas diarias, la mayor parte de ellas solo. Si bien a ratos coincidía con otros peregrinos, unas veces caminando; otras en bares a mitad de camino. Tuve la suerte de encontrar en los albergues un grupo de españoles (estábamos en clara minoría respecto de los peregrinos extranjeros) con los que hice amistad, y compartí en esos días, después de llegar a los correspondientes destinos, comidas, cenas, cafés, copas, confidencias,….. y, en definitiva muy buenos ratos ( las anécdotas me las reservo para contároslas tomado unas cervecitas), que convirtieron la incertidumbre inicial por irme solo, en el orgullo personal de haber completado con éxito esta experiencia, simplemente siendo yo mismo.

A la pregunta que me han hecho algunos de si me ha cambiado espiritualmente el viaje, respondo con guasa que ‘‘igual recibí la llamada, pero no tenía cobertura’’. Ya en serio, ahora mismo, por mis circunstancias personales tengo tiempo más que de sobra para reflexionar sobre lo divino y lo humano en general, y sobre mi vida en particular, así que para mi suerte o desgracia vengo igual que me fui, aunque para no ser tan drástico os diré que me siento algo más libre.

En cualquier caso, si os puedo aportar mi visión particular del Camino, más allá del ámbito religioso, deportivo, turístico, histórico, artístico o la dimensión dominante que para cualquiera de vosotros pueda tener esta famosa ruta de peregrinación. Para mi el Camino es la metáfora mas clara que he vivido de mi forma de ver la vida por lo siguiente:

• En el Camino, como en la vida, los bienes materiales, no solo no nos hacen más feliz, sino que muchas veces, son un verdadero lastre para disfrutar verdaderamente. Yo esto lo tenía clarísimo antes de partir, pero me dejé llevar por la incertidumbre, y el peso de mi equipaje duplicaba el recomendado. Las consecuencias de este hecho condicionaron totalmente mi viaje, pues realicé dos terceras partes del recorrido cojeando a punto de lesionarme rodillas y talones, y además realicé bastantes menos paradas intermedias de las que me hubiera gustado por miedo a no poder continuar. Como anécdota al respecto os diré que en una de las etapas vacié media botella de gel, tiré revistas leídas y el bote de espuma de afeitar…….

• Lo importante cada día no era llegar al destino, sino era disfrutar con el viaje. Conocí a gente que durante la travesía, pintaba paisajes, realizaba fotografías, cogía setas, tomaba el sol en ropa interior, no dejaba un bar sin visitar, o incluso se sentaba a charlar un ratico con un campesino que cortaba cañas para elaborar cualquier útil artesanal. Supongo que si cualquiera de ellos hubiera primado el destino, hubiera llegado un par de horas antes, pero se hubiera perdido gran parte de esto. Y es que supongo que en la vida como en el Camino hay que valorar los éxitos por el consumo de recursos que has realizado para obtenerlos, pues intuyo que muchas veces pagamos un precio demasiado alto por éxitos que, a posteriori descubrimos que hemos sobrevalorado.

Y no me enrollo más, solo deciros que peregrinar es adictivo, que más que un viaje es una forma de vida para muchos (conocí a gente que venía andando de Madrid, o Jerusalén), y que albergo la ilusión de repetir muchas veces, y de hacerlo completo algún día.

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