‘Oye chica que me he
puesto un mes a dieta de adjetivos y me está sentando fenomenal’
O
algo así nos dijo bromeando una conocida escritora en un taller literario de
fin de semana al que asistí la pasada primavera. Intentaba transmitirnos
importancia de ser muy comedidos con ellos en nuestros relatos.
La verdad es
que nunca me lo había planteado y además de atender a sus explicaciones intenté
documentarme por internet. No encontré grandes argumentos acerca de la cuestión
más allá de que con la reducción de adjetivos la narrativa gana en precisión, y
en definitiva, en calidad. Así, si el sentido de una frase no se altera sustancialmente
al suprimir alguno o la totalidad de ellos, mejor hacerlo.
Sin embargo, a
mi entender, este estilo de escritura más pulcro, de alguna manera exige mayor
esfuerzo tanto para el escritor como para el lector. El primero tendrá que, a través
de su mirada singular condensar su mensaje en sustantivos y verbos. Suprimir ‘triste’
por ejemplo de una frase, le supondrá tener que transmitir la tristeza a través
de los propios personajes y aquello que les ocurre. El lector a su vez tendrá
que leer (tal vez en más de una ocasión) e interpretar razonadamente el cuerpo del
mensaje, obteniendo como premio una opinión propia.
En definitiva,
creo entender que con la literatura ocurre como con otras tantas aficiones, en
las que se puede acceder a un mayor disfrute, pero que requieren dedicarles
tiempo y sosiego, estando ambas cosas en contraposición con la sociedad de
consumo rápido en la que nos ha tocado vivir.
Así que lo
mejor que se me ocurre para este 2016 que está a punto de comenzar, es desearos
que, aunque no seáis aficionados a la escritura, incluso en vuestra vida diaria, os pongáis también
dieta de adjetivos intentando no juzgar demasiado a los demás, y sobre todo,
que en caso de hacerlo, los juicios sean propios en vez de heredados de terceros.
Pero sobre
todo, que hagáis pocas cosas y con la calma que necesiten.
Os deseo un feliz
2016 cargado de éxitos personales y profesionales.
Un abrazo.
Santi.