sábado, 28 de septiembre de 2013

'Allá donde termina el triste azul......'


-          ‘Os veo muy tranquilos y eso que muy pronto va a cambiar vuestra vida.’
              La verdad es que a base de repetírnoslo nuestra encantadora guía con una solemnidad guasona desde el domingo, no nos costó mucho seguirle el juego entre risas, hasta la madrugada del martes al miércoles, cuando en los alrededores de nuestro precioso albergue de aquel día, quemaríamos nuestros más íntimos deseos en un plato ante la presencia de un tupilak y los haríamos elevarse y danzar en forma de cenizas para ir a fundirse con una bellísima bóveda celeste que en aquellos momentos albergaba una incipiente aurora boreal.
          
       
 
               Quedamos en escribirnos si se cumplían, y consciente de que los frutos de nuestros desvelos llevan su propio ritmo para completarse cuando lo hacen, desde el par de semanas que han transcurrido tras mi regreso de la tierra de fuego y hielo, intento volver a mi rutina, no sin cierta nostalgia de tanta belleza acumulada en mis retinas durante los seis días que recorrí entre risas, asombros y deleites compartidos,  el sur de Islandia en furgoneta en compañía de otros seis excelentes compañeros de viaje recién conocidos, más la inigualable narradora de historias y mitos.


 
Durante aquellos días, comenzaríamos la ruta en la capital Reykjavík, llegando hasta Hornafjörður por una carretera nº 1 mágicamente desierta que circunvala la isla, para volver por el interior visitando tierras altas (con algunas de las rutas de senderismo más bellas del planeta) atravesando ríos y a través de pistas solamente transitables en verano. Además y aunque poco cómodo a veces, tuvo cierto encanto dormir cada día en un  hostal o albergue distinto con el valor añadido de echar una mano como pinches a nuestra también excelente cocinera-guía preparando cenas, alguna de las cuales tuvimos que iluminar con velas.
 
 
  Disfrutamos intensamente cada momento pero sin embargo, al menos yo tuve la sensación de estirar muchísimo los días, tal vez por la ausencia de prisas o lo innecesario del reloj.  Y es que en la tierra de los elfos,  los otros hijos invisibles de Adán y Eva, el tiempo late con ritmo propio, y la mayor parte del día un azul grisáceo melancólico,  mece y envuelve unos paisajes marcados por la tremenda pureza con la que se presentan los cuatro elementos, dando lugar a acantilados ( como los de la reserva natural de Dyrhólaey) y montañas de formas imposibles, cadenas interminables de cascadas con caprichosos arco iris (río Skógar), glaciares (Vatnajökull) e icebergs (lago Jökulsárlón) de un hipnótico y profundo azul, pero a la vez tenidos de una ceniza que recuerda la no tan lejana ira de sus volcanes ( hace poco más de tres años de la erupción del Eyjafjallajökull), y por supuesto de los geisers y aguas termales (Landmannalugar) en torno a las cuales tras conducirlas a piscinas exteriores, se estructura la vida social de los islandeses (y la nuestra entre cervecitas cuando la impredecible lluvia nos impedía realizar cualquier actividad).
 
 
 
 
 
 
 
 
Con este viaje he cumplido uno de mis sueños, y  de la misma manera que de pequeño me gustaba vencer mis miedos corriendo a oscuras  por el que entonces se me antojaba largo pasilllo de mi hogar familiar, es ahora cuando tras la zozobra inicial me animo a contratar viajes solo por Europa, y al poco de llegar y conocer a mis cada vez nuevos compañeros, me siento muy afortunado, alegre de haberme decidido, y enseguida percibo tras el primer café o la primera cerveza, verdadera afinidad, una cierta calidez, algo parecido a la amistad….

 
 
Allá donde termina el triste azul, susúrrame un silencio…..
 
 

P.D. Gracias Asun de nuevo por las fotos.
P.P.D. El año que viene..... ¡Groenlandia!

 

miércoles, 18 de septiembre de 2013

‘De vivencias enlatadas y la pluma mágica de Dumbo.’


               Teniendo el tiempo como recurso escaso, intento cumplir la norma autoimpuesta de intentar en mis ratos libres hacer sólo las cosas que puedo disfrutar con la tranquilidad requerida.
                Es por ello que son bastante infrecuentes los días en los que dentro de las horas libres del mediodía abandono mi despacho con vistas al río Segura, y lo cruzo con algún buen compañero y amigo para comer relajadamente por algún lugar céntrico de Murcia y si sobra algo de tiempo ir a ver libros y discos en unos conocidos grandes almacenes.
               
                Inesperadamente hoy dentro de una incorporación posvacacional más tranquila de lo esperado ha sido uno de esos días que ocurren cada dos o tres meses. Así, tras un agradable almuerzo, me he acercado al conocido centro con un compañero a ver entre otras cosas esos paquetes que ofrecen un variado número de experiencias a elegir.
                Me han sorprendido tanto el número de marcas comerciales, como la gran cantidad de referencias de producto. No he podido dejar de imaginar a su consumidor final intentando elegir, ya fuera solo o en pareja, entre la enorme cantidad de vivencias enlatadas que incluso sólo uno de los paquetes puede ofrecer en potencia, ya fueran aventuras, experiencias gastronómicas, turísticas o de spa.
                Desconozco si se venden mucho dichos paquetes, o si las vivencias así elegidas resultan más caras que siendo reservadas de forma convencional, pero no he podido dejar de pensar que de la misma manera que con fotografías, vídeos o libros regalamos pasado, con otros muchos objetos tal vez presente, lo bonito de estos paquetes es que regalamos ilusión por tener que elegir como paso previo, y en esencia entregamos felicidad futura.
                Y sobre todo me planteo si no habrán encontrado los creadores del producto una forma de hacernos recordar una capacidad muy nuestra que nunca nos ha abandonado….
¿Nos estarán vendiendo tal vez la pluma mágica de Dumbo?

P.D. Gracias Asun por la foto.



domingo, 1 de septiembre de 2013

'Dúctiles.'


                En el bien entendido de que al nombrar las cosas les robamos parte de su esencia, y por tanto establecemos vínculos con ellas, a nadie se le escapa hoy día la importancia de la elección de un buen nombre para cualquier nueva creación, ya sea intelectual o producto de consumo.

En este sentido, me despiertan particular interés los nombres cortos, con cierta musicalidad en su pronunciación e incluso con múltiples significados o acepciones, y de la misma manera que, por ejemplo, alguna vez he comprado vino sólo por una etiqueta bonita; otras lo he podido hacer también por su nombre.

Con cine y televisión me ocurre un poco lo mismo, y le doy una oportunidad a cualquier película o serie con un título sugerente, aunque son bastante pocas la verdad, si bien en el caso de obras extranjeras cierto grado de excusa tienen pues algunos traductores merecen cuando menos la excomunión. Aunque veo poca televisión, de series, me gusta el título de la que emiten actualmente y protagonizada por mi homónimo Santi Millán: ‘Frágiles.’.

No voy a entrar en su a veces quizás excesiva carga dramática, rozando el melodrama, o la tal vez surrealista forma de ejercer la profesión de fisioterapeuta que tiene el protagonista con sus clientes, con los que en muchos casos termina teniendo una fuerte vinculación emocional que continúa episodio tras episodio. Consiguiendo abstraerme de todo ello, reconozco que la serie me gusta, y en lo que a su título se refiere me parece muy acertado por poder aplicarse tanto a huesos como a personas, en ambos casos sin salirse de su contexto argumental.

Y es que todos tenemos muy clara la idea del significado de ‘frágil’ en ambos casos; en materiales, se trata de aquellos que experimentan muy poca deformación antes de romperse, y en personas, diga lo que diga el DRAE (‘Que cae fácilmente en algún pecado, especialmente contra la castidad.’), entendemos que se trata de individuos vencidos por los acontecimientos. Sin embargo, desconozco si más allá del contexto de ciencia de materiales, es generalizado el significado de su opuesto, ‘dúctil’, del que estudié en su momento que se trata de la propiedad que tienen ciertos materiales de experimentar grandes deformaciones antes de romperse.

Reflexionando sobre cómo se aplicaría este concepto de ductilidad a personas, entiendo que de la misma manera que es preferible frente a la fragilidad en muchos casos para los materiales, por presentar los cuerpos dúctiles la enorme ventaja de avisar con mucha antelación antes de romper, como inconveniente recuerdo también que existe un punto para estos últimos en que aun desaparecida la causa de las tensiones que han soportado, parte de las deformaciones experimentadas como respuesta se hacen en mayor o menor grado, permanentes, y que de aplicarse a personas pasarían a formar parte de la mochila imaginaria portadora de nuestros recuerdos, vivencias y emociones pasadas.

Me gustaría preguntaros una vez hubierais hecho una visión retrospectiva de vuestra vida, cómo sois, o mejor dicho cómo habéis respondido en general ante grandes presiones. Tal vez, ojalá,  no seáis pocos los que desconocéis la respuesta porque aun no habéis sido puestos a prueba.

Pero supongo que como me ocurre a mí mismo, la experiencia vital va transformando en dúctil lo que era frágil si alguna vez lo fue, o simplemente, de la misma manera que las personas tenemos estilos de aprendizaje variados (unos aprendemos intuyendo, otros reflexionando, observando, experimentando…) como he comentado alguna vez por aquí, en general reaccionamos de manera cambiante en un entorno cambiante. Así que la pregunta más interesante sería:

¿Cómo quieres que sea tu mochila dentro de diez, veinte años tal vez?
 
 
 
Un abrazo.
Santi.