domingo, 24 de marzo de 2013

'Relatos.'


                 Llevas dos o tres semanas ilusionado con participar en un concurso de relatos cortos.

                Te sirve para recuperar las ganas de escribir, de sentarte delante de un folio en blanco,  disfrutar dando cuerpo y vida a esas ideas extrañas que te vienen a deshoras, mezcla de recuerdos algunas veces; sólo imágenes las más.

                En ocasiones, te surge un final, y tratas llegar a un comienzo incierto, como el niño que alcanza el diez en la rayuela, y sabe que se lo juega todo en un difícil salto que incluye el giro hacia un posible retorno. Otras, sólo el contexto de una historia, pendiente de escribir, como las pinceladas del fondo de un óleo, que trazadas con emoción y acierto, pueden ser el germen, dar vida a preciosas composiciones.

                Ya has terminado, simplemente porque lo decides, siempre se puede perfeccionar, siempre hay un sinónimo que sustituir, una coma que trasladar.  Sabes que lo escrito es mejorable, pero quieres a tus líneas porque siempre hay algo de ti en ellas.

                Ahora tienes que elegir un pseudónimo, qué sensación más extraña, tratar de encontrar un ‘alter ego’ con el que sentirte cómodo, renombrarte sin perder tu esencia, que tus líneas sigan siendo tuyas. Lo encuentras en algún rincón de tu mente, ya te pertenece, pero como siempre, te pierde la curiosidad, imaginas cómo hubiera sido tu otra vida, como mínimo con otro apellido tus compañeros de clase siempre hubieran sido otros; con  otro nombre tus santos hubieran sido diferentes…

                Aunque dudas, no lo puedes evitar, asomarte a esa nueva ventana que ofrece a veces imágenes movidas  de un mundo en constante cambio. Tecleas tu nuevo nombre y rápidamente encuentras tu otra vida, fuera de ti.

   Saliste de tu país para vivir fuera, te casaste…

                No quieres saber más, ya estás casi seguro de que todo cuanto crees habrá sido vivido por otros.

Tal vez sólo sepas recordar.