miércoles, 19 de marzo de 2014

'De hormigas falsas'


        A pesar de espaciar cada vez más mis publicaciones, me gustaría a lo largo del año llegar a la interesante cifra de ciento cuatro publicaciones (*). Mientras tanto, y dirigiéndome hacia los tres años de blog a veces pienso en algunas de las entradas que quise escribir y a pesar de tenerlas mucho tiempo en mente, por muy diferentes motivos, no me decidí a publicar. Así que, si este blog fuera una película, éstas bien podrían ser algunas de sus ‘tomas falsas’:

‘Desde la Luna no se ve el tablero de Risk’: Uno de los aspectos que más me cuesta entender del mundo en el que vivo es la tremenda obsesión por las fronteras. Bajo la firme convicción de que ningún ser humano es ilegal en ninguna parte, a la que se suma el hecho de que considero algo coyuntural para cada persona el sitio en el que nace, prefiero de momento no escribir más sobre este polémico tema.

‘Felipe II no tenía un Megane verde.’: En contra de la intuición cotidiana, estamos en el mejor momento de la historia de la humanidad bajo la mayor parte de los puntos de vista sobre los que se observe, ya sea en términos económicos, sanitarios e incluso de índices de violencia. Cualquier ciudadano medio del primer mundo vive mejor y tiene más comodidades en general que los hombres más poderosos del planeta de hace unos cuantos siglos. No obstante, no he profundizado sobre este tema porque con más de cinco millones de parados en nuestro país, a pesar de poder aportar datos objetivos, puede parecer insensible e incluso hasta frívolo.

‘Anunciando teles en la tele.’: Nunca he conseguido entender del todo el sentido que le quieren dar los fabricantes de televisiones, a los anuncios de sus productos de última generación que tienen que ser visualizados con aparatos de prestaciones convencionales. En este sentido, a veces me he planteado hablar de altas capacidades intelectuales por ser un tema que me apasiona, pero que entiendo que no es del interés general salvo en el caso que algún lector se sintiera identificado con las teorías actuales sobre el tema, o quizás tuviera algún hijo con dichas capacidades. Si bien, en este último caso carezco del criterio suficiente para hablar de un tema tan serio.

Del big bang, a las amebas y los registradores de la propiedad.’ (*)2: Razonando yo solito acerca de que todo tiene un origen, desde el universo, a los organismos pluricelulares como los registradores de la propiedad, pasando por los unicelulares como las amebas, me interesa muchísimo el origen de la propiedad del suelo en particular. Publicaré algo si consigo leer historia y sociología previamente para documentarme un mínimo aceptable.

‘Los barcos de mis amigos.’: Poco antes de iniciar el blog, bastante interesado en la sociología, encontré en el área de libros de unos grandes almacenes la 5ª edición de la obra ‘Sociología.’ del premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales Anthony Giddens. Me costó bastante dinero por ser un tomo de más de mil páginas en tapa dura que cubre todos los temas centrales de la materia (bueno salvo las redes sociales, por haber sido escrito en  2006), pero a cambio y según indicaba el autor, pude ir leyendo separadamente los capítulos y sus resúmenes en función de mis intereses. Incluso a pesar de no haberlos leído todos, uno de los que más me interesó fue (cómo no) el de ‘Estratificación y clase.’, que hacía referencia a las posiciones desiguales que ocupan los individuos en la sociedad ya sea por edad, género, riqueza, propiedades y el acceso a los bienes materiales y a los productos culturales. Hablaba también de interesantes conceptos como la movilidad social (ascenso o descenso de clase social), ya fuera intrageneracional (a lo largo de la vida de un individuo), o intergeneracional (los descendientes de una familia se desplazan a una clase social diferente a la de su familia de origen). Finalmente, la idea que daba el título a esta publicación fallida se refería al concepto de ‘estilo de vida’, según el cual dentro de una misma clase social, factores culturales como hábitos de consumo o estilo de vida están desplazando a los tradicionales factores económicos como tipo de empleo y nivel de ingresos en la formación de las identidades grupales de los individuos. O si os queréis quedar con la anécdota del título, bajo determinadas condiciones, tener amigos con barco o piscina hoy en día a nivel social puede suponer prácticamente lo mismo que poseerlos. Escribiré más sobre esto cuando pase la crisis.



 (*) Un hipotético lector que comenzara a leerme con frecuencia semanal desde el principio, podría hacerlo dos años seguidos incluso si no volviera a publicar en ese periodo. ;)
(*)2 Estaréis de acuerdo que este título es bueno y hasta un comodín. Pensad por ejemplo en ‘Del big bang, a las amebas y las monarquías.’, o ‘Del big bang, a las amebas y los tertulianos de la tele.’. Un verdadero filón. ;)

domingo, 2 de marzo de 2014

'Como los músicos del Titanic (otra historia de un fracaso).'


             El pasado miércoles había sido un día difícil.

Aunque los que trabajamos por proyectos convivimos a diario con el fracaso, aun intentando ser lo más asépticos posible, siempre hay algunos trabajos con los que tienes una mayor vinculación emocional, aquellos en los que durante las semanas de preparación no escatimas en horas extras, reuniones de coordinación, infinidad de revisiones de la documentación a presentar, mucha proactividad y por supuesto, grandes dosis de ilusión.

Es por ello que, aun formando parte de las reglas del juego tener que fracasar muchas veces para conseguir varios contratos al cabo del año como el que encuentra una pepita tras remover abnegadamente toneladas de arena y grava, al igual que ocurre en el ámbito personal, no todos los proyectos que se frustran te afectan igual.

La no consecución de uno de esos últimos me había fastidiado la jornada laboral, por lo que intenté no alargarla demasiado y permitirme nadar por la noche unos largos en mi piscina municipal, como una forma de despejarme. Sin embargo y a pesar de existir un consenso más o menos generalizado sobre su consideración como uno de los deportes más completos, si hay algo en lo que al menos para mí no destaca la natación es en conseguir hacerte desconectar mentalmente.

Así que por esta extraña forma mía de pensar entre imágenes y analogías, repasando mi último fracaso, perdía la cuenta de los largos que llevaba al darme por pensar de manera focalizada en aquellos músicos del Titanic entre brazada y brazada. Como la mayoría de vosotros conoceréis y según se supo por los supervivientes de la catástrofe, estos abnegados profesionales, no dejaron de interpretar variadas piezas hasta su muerte tras el fatídico hundimiento del trasatlántico más famoso de la historia.

Aún sin saber entonces cuantos eran, intentaba meterme en las mentes de algunos de ellos y con la absoluta certeza de que cada uno interpretó la tragedia que se les avecinaba a su manera, la mayoría, o quizás todos decidieron continuar haciendo lo que mejor sabían, que en definitiva era lo que les apasionaba.

Pensé que algún músico pensaría de forma completamente desinteresada y con una valentía excepcional, que con su música aportaría aunque fuera un mínimo ápice de serenidad al resto de la tripulación, para poder salir de forma ligeramente más ordenada. Otro intérprete quizás pensaría por el contrario, que (tal vez erróneamente) como para bien o para mal, nada de lo que hicieran iba a tener relevancia alguna, no había motivo para dejar de hacerlo. Seguramente un tercer integrante, petrificado por el miedo, simplemente se sentiría más seguro siguiendo perteneciendo a un colectivo, en este caso su banda. El caso es que entre estos y otros variados razonamientos, también me parece fascinante el hecho de que para cada uno de ellos debió de haber un punto de inflexión no necesariamente coincidente en el tiempo, en el cual se hicieron conscientes de una muerte segura, y a partir del que volvieron a decidir individualmente continuar con su música.

Ya en casa, duchado y relajado no me pude resistir a investigar un poco sobre la vida de estas personas. La orquesta, compuesta por ocho músicos se llamaba la Wallace Hartley Band,  y tomaba su nombre del líder, un violinista inglés llamado Wallace Henry Hartley, y como os he adelantado todos perecieron en el naufragio. Por no formar parte de la tripulación, viajaban como pasajeros de segunda clase, y la única vez que tocaron juntos los ocho fue durante la fatal colisión con el iceberg, pues en anteriores ocasiones habían tocado separadamente en distintas zonas de primera clase del barco, como un quinteto y un terceto. De hecho, aquella noche del 14 de Abril de 1912 no había baile y la orquesta había terminado su jornada, así que como auténticos héroes legendarios fueron los primeros en actuar tras el choque (que se produjo a las 23:40), reuniéndose y comenzando a tocar para calmar a los pasajeros que comenzaban a ponerse nerviosos.

Titanic Band.jpg Fuente: Wikipedia

Fue por ello que aquella fatídica noche, y parece ser que en gran parte por el sólido liderazgo de su director así como de su gran sentimiento grupal, durante dos horas tocaron ininterrumpidamente la música de moda del momento, temas ligeros y festivos (valses y ragtimes) a pesar de que a partir de las 1:15 el barco dio un bandazo que aumentó la inclinación de la cubierta hasta hacerla prácticamente inestable.  En medio de un progresivo giro acompañando al hundimiento, se cuenta también que a las 2:10 su director les ‘liberó’ de la obligación de seguir tocando (si es que en algún momento lo estuvieron), y la totalidad de la orquesta decidió  continuar, quedando para la leyenda que se despidieron de la vida tal vez con el  Nearer, my God, to Thee’ (‘Cerca de ti, Señor’), porque ya sin luces y con una tremenda inclinación, nadie que allí estuviera viviría para contarlo.