lunes, 17 de octubre de 2011

Del otoño y mis viejas suelas...

Si pudiera valorar de alguna manera la dificultad que me supone tomar una decisión de mi vida personal, la forma más adecuada a mi forma de vida actual que se me ocurre, es medirla en kilómetros caminados por el paseo marítimo de mi barrio hasta alcanzar una determinación particular en cada caso.
Hasta ahora no lo he hecho, pero sí me doy cuenta de que, por alguna razón que desconozco, debo tener algún extraño gen que hace sea capaz de tomar decisiones más o menos difíciles con mucha más facilidad que otras cotidianas.
¿Recordáis cuando de niños nos tapábamos con mantas y nos creíamos que así estábamos protegidos de cualquier monstruo o amenaza imaginaria?
Por esa misma razón infantil quizás el otoño sea mi estación favorita, pues año tras año siento que cuando llega esta estación, en contra del sentido común y de mi propia coherencia, me haya ido bien o mal en el año que acaba, me autoengaño pensando que da igual posponer decisiones hasta el año que viene, y me quedo en mi zona cómoda

          

No hay comentarios:

Publicar un comentario