Como
os podréis imaginar los que me leéis por aquí aunque esporádicamente, en la
lista de cosas que pienso cuando no pienso en nada, suelen abundar algunas
ideas que chirrían en mi cabeza produciendo una atractiva mezcla de curiosidad
y desconcierto, entre las que no faltan por ejemplo, temas como la aritmética
celestial (mejor no preguntéis), la idea del infinito (me gusta particularmente
el teorema del mono infinito), y pensar que si no hay quien observe o sienta
sus efectos, es indiferente que las cosas ocurran o no.
Esto último me interesa bastante, y me fascina
por ejemplo, que Neptuno fuera descubierto prediciendo previamente su posición
en base a los cálculos efectuados tomando como partida las perturbaciones que
producía sobre la órbita del último planeta del Sistema Solar conocido hasta la época, Urano.
Así, hoy día,
de la misma manera podemos percibir como
mucho más próximos (de lo que geográficamente están) los lugares y sucesos de los que tenemos
frecuentes noticias, y por el contrario, vivir toda la vida sin tener evidencia
de emplazamientos y acontecimientos, que aun siendo más cercanos, apenas generan impacto mediático y por tanto
efectos, sobre nuestras vidas.
En este
sentido, además de crear un entorno colaborativo descentralizado a nivel
mundial sin precedentes en la historia, esa enorme ventana al mundo que es
internet nos permite acceder en un viaje virtual a la historia, geografía
física, fauna, flora y variables sociológicas de casi cualquier punto del planeta,
que de otra manera tal vez pasaría completamente inadvertido.
Ejemplificando
este hecho, quería compartir con vosotros lo apasionante que puede ser
descubrir lugares, incluso casualmente, navegando por la red. Supongo que sería
porque estoy incubando una febril pasión por el mundo ártico a raíz de mi
reciente visita a Islandia, que la semana pasada me apetecía recorrer sobre fotografías por satélite la costa groenlandesa
en busca de las localizaciones para mi posible viaje en kayak el próximo
verano. En pleno jugueteo con los
distintos niveles de acercamiento, encontré una manchita muy pequeña a la derecha
que, tras acercar convenientemente, resultó tener denominación: Jan Mayen.
Me encantaron
la posición y el nombre, y a cuenta del excedente de tiempo que tengo en mi
vida por no gustarme el fútbol, dediqué un ratico a investigar, descubriendo un
lugar inesperado, que sin ser el más alejado habitado del planeta ( ya puestos
descubriría minutos después que es Edimburgo de los Siete Mares, en la isla de
Tristán de Acuña), ni el más frío, me pareció apasionante, casi mágico,
conforme iba descubriendo más detalles.
Os resumo
brevemente: la isla, descubierta (con certeza) por balleneros holandeses e
ingleses en el s.XVII y perteneciente a Noruega, es volcánica y tiene 377 km²
de superficie, una longitud de 53,6 kilómetros, una anchura máxima de 15,8
kilómetros, y se sitúa en una ubicación
intermedia entre Groenlandia (500 km), Islandia (550 km) y Noruega (950 km). Su
punto más alto es el volcán Beerenberg ( 2.277 m), que culmina una
región de la isla cubierta de hielo, suponiendo un tercio de su área. Por otra
parte, sus 124 km de costa, están compuestos por acantilados fundamentalmente,
sin muelle o puerto alguno.
Topografía de Jan Mayen ( fuente: Wikipedia - Rémih
)
Actualmente tiene un población estable de 18 personas, 14 de las cuales trabajan en una base de comunicaciones de largo alcance, y las 4 restantes en una estación de servicios meteorológicos, viviendo todos juntos en el asentamiento de Olonkinbyen. Lógicamente y como podréis imaginar suelen estar por estancias limitadas y hasta podéis ver las orlas con las fotografías y los puestos desempeñados de los enviados de los últimos años en la página oficial de la isla, y ya puestos la sala de estar, la cocina y las distintas dependencias del asentamiento.
Para los más
aventureros, os diré que no hay rutas regulares para visitarla, que en
cualquier caso ha de ser en barco (tiene un pequeño aeropuerto sin pavimentar,
pero es de uso militar) y que si ya antes de 2010 era complicado por tener que
obtener permiso expreso del gobierno noruego, con posterioridad a esta fecha lo
es más aún por ser en su integridad declarada espacio natural protegido.
No obstante y
como podréis intuir, lejos de ser un impedimento, esto aumenta su
atractivo para los pocos aventureros que la visitan dentro de fantásticas y emocionantes expediciones (como
la que tendrá lugar en Junio de 2014 desde Islandia) pues la isla, aun sin
mamíferos terrestres y con tundra por vegetación, alberga unos bellísimos
parajes prácticamente inalterados cuyas magníficas fotografías han querido
compartir en la red sus visitantes ( así como el Instituto Polar Noruego) y que os animo a buscar si
estáis como yo dispuestos a viajar soñando o a soñar viajando, como
prefiráis.
Tan lejos, tan
cerca….
Santiago, tu si que eres una isla. Y yo que tenía perdida la fe en la raza.
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