lunes, 6 de febrero de 2012

'Recuerdos borrados a golpe de reformas.'

-Luis se jubila en dos días, en el turno de la cena, te lo digo por si te apetece llamarle.
            Las conversaciones telefónicas con Bosmans tienen ese algo especial que sólo se reconoce en aquellas llamadas a verdaderos amigos, espaciadas cada muchos meses o años incluso para luego hablar mucho sin apenas decir nada, pues en el fondo basta con saber que el otro sigue bien, con ese punto melancólico que pueda tener el cine argentino a veces, y quizás algunos anuncios de móviles cuando se ponen en plan trascendente. Vosotros me entendéis.
            Pero aquel día hace ya siete u ocho años, sí tenía algo que decirme, aunque yo ya había dejado el Colegio Mayor dos o tres años antes por aquel entonces, que el más entrañable de nuestros conserjes se retirara después de vete a saber cuantas décadas (y desde luego mis seis cursos de estancia), merecía por los menos una llamada de los que más le apreciábamos.
            Dicen que la realidad supera a la ficción y la verdad es que las anécdotas y peripecias vividas en aquella etapa de mi vida mejoran con creces  cualquier guión de temática universitaria. Al menos eso pensamos la media docena de antiguos colegiales que nos volvimos a reunir este pasado sábado en Madrid, en mi caso una década después.
            La comida fue genial como os podréis imaginar, era como si el tiempo no hubiera pasado, ni en el trato ni en nuestro aspecto (nos consolamos pensando esto último), y como era de esperar, contamos cantidad de batallitas que vinieron a completar nuestra memoria colectiva. Acabamos de comer, tomamos el café y alguien propuso visitarlo de nuevo. Me debatí entre deseos encontrados y al final acepté, pues  sabía que hacía dos años había sido sometido a una reforma integral que sólo conservaba su fachada.
            Estoy seguro que sus actuales prestaciones multiplican con creces las que yo disfruté, pero la memoria es traicionera y se resiste a sustituir de golpe aquel marco de sus recuerdos.
Durante seis años viví en un lugar con costumbres y mobiliario de los años setenta, recibí cartas y postales en casilleros de madera, fui avisado por megafonía de llamadas telefónicas al número fijo del colegio, conviví con su personal, conocí a grandes amigos, conversé, disfruté, estudié, alboroté, reí, lloré y  a pesar de todo fui muy feliz…
De alguna manera, mi llamada de despedida a Luis años antes, fue mi despedida del Colegio, pues cuando volví ocho años después a cruzar sus puertas ( que ni siquiera estaban al mismo nivel para acceder), sentí que gran parte de mi vida se había esfumado a golpe de reformas.
Tan lejos, tan cerca…
           
Este post va para mis compañeros de aquellos años (1996-2002).

4 comentarios:

  1. ¡ Muy buen análisis de lo que en verdad sentimos todos los marqueses que vivimos el colegio antiguo ! Yo tuve la ocasión de vivir tanto en el antiguo como en el nuevo y no es lo mismo...me imagino que el tiempo pasa, somos distintas generaciones, pero los sentimientos son los mismos...

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    1. Muchas gracias compañero colegial.
      Yo estuve en el periodo 96-02 y la verdad es que fue una etapa absolutamente entrañable de mi vida.
      Tienes razón pero como no llegué a vivir tras la reforma, tengo la sensación extraña de que se han apropiado de partes de mis recuerdos.
      Pero a pesar de ello este año volvimos de nuevo después de comer en febrero y espero volver en 2014.
      Un abrazo.
      Santi.

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    2. Llegué en 2003 pero aunque sea conocí a Bosman. Hace unos días hizo 10 años de mi llegada al Marqués y me marché justo el último año antes de la reforma. Al verla, como todos me estremecí al pensar que aquello no era nuestro Marqués, que aquello era un nuevo marques para una nueva generación que ya no conviviría en los pasillos, que no se pelearía por el papel higiénico, que no guardaría colas para entrar a comer, que no compartiría los momentos de los sofás...
      Recuerdo perfectamente el día que Luis se jubiló. Era mi primer año y tampoco fui muy consciente de la transcendencia de lo que pasaba. Te diré que un año y medio después entró un conserje (Jose Luis) que para unos cuantos y para mi pasó a ser un confidente y amigo. Hoy es el día en que nos llamamos en navidad y en su cumpleaños o en el mío. Intento visitar el Marqués una vez al año, y en esas nuevas paredes, me siento algo extraño.

      Un saludo y gracias por el post del año pasado. Podrias escribir otro y subirlo al FB de la asociación...

      Iñigo

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    3. Muchas gracias Íñigo por compartir también tus vivencias.

      También te agradezco que me animes a escribir algo más, y lo tendré en cuenta tras mi (espero) próxima visita en Febrero del próximo año tras la ya casi tradicional comida con excolegiales en Sidras Mingo.

      Un saludo.

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