viernes, 10 de abril de 2020

'Rara avis.'

      Se atribuye la expresión latina ‘‘rara avis in terris nigroque simillima cygno’’ a Juvenal, poeta romano del siglo I, que se traduce en castellano como ‘‘un ave rara en la tierra, y muy parecida a un cisne negro’’. En el s. XVII era una frase común en Londres como ejemplo de imposibilidad o inexistencia, basaba en el hecho de la ausencia de observaciones de dicha ave hasta la fecha. Sin embargo, tras su descubrimiento en Australia por parte de una expedición holandesa en 1697, su significado se asoció a la posible refutación de una imposibilidad percibida a priori.

      Con estas premisas, el filósofo Nassim Nicholas Taleb se serviría de dicha metáfora para titular su ensayo de 2007 ‘‘El cisne negro. El impacto de lo altamente improbable.’’, en el cual analiza los rasgos comunes de una serie de sucesos que tienen las siguientes características: son sorpresivos para quien los observa, tienen un profundo impacto socioeconomico, y debido a su impredicibilidad sólo pueden racionalizarse de manera retrospectiva. Cumpliendo estos requisitos, ejemplos recientes de sucesos cisne negro son la primera guerra mundial, internet, o los atentados del 11-S, los cuales, como consecuencia de su alto impacto, tienen un papel relevante en la historia.

      Sin embargo, el autor considera que la actual pandemia de coronavirus no encaja en su definición, pues entiende que sí podía preverse, circunstancia que encuentro  discutible sin negar la evidencia científica de su predicibilidad, pues su definición incluye la perspectiva del observador (en su libro pone como ejemplo que los atentados del 11-S eran impredecibles para la mayoría, pero no para los terroristas suicidas), de manera que podría deducirse que, tras analizar el comportamiento de los distintos estados ante la crisis, para unos podría serlo, y para otros no.

      En cualquier caso, Nassim Taleb no pretende en su libro aportar ideas para predecirlos, sino que recomienda planificar robustez para afrontar sus consecuencias negativas y aprovechar las positivas cuando sucedan. Asumiendo entonces que, por estar inmersos en él, de este suceso sólo nos queda padecerlo, el conjunto de ensayos que he ido leyendo los últimos años, más mis propias reflexiones, me inclinan a pensar que la crisis generada por la pandemia va a ser prolongada en el tiempo, y profunda en sus consecuencias.

     En relación con su desarrollo temporal, me baso en mi definición favorita de crisis, según la cual éstas ocurren cuando lo viejo no termina de irse, y lo nuevo no termina de llegar (la frase original del filósofo italiano Gramsci, bastante más tenebrosa, sería: ‘‘El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos’’). Y dado que creo con firmeza que los cambios que van a suceder van a ser numerosos, afectando a un elevado número de personas, estados y empresas, con intereses en muchos casos contrapuestos, no preveo un proceso de cambio rápido a la nueva realidad pospandémica. 

      Sobre su profundidad, leía a Yuval Harari hace días en un artículo en el Financial Times plantear una doble dicotomía para los próximos años: la primera sería la elección de los estados entre vigilancia totalitaria basada en la tecnología (con un serio menoscabo de las libertades individuales), o empoderamiento ciudadano, basado en la confianza en comportamientos responsables; la segunda a su vez consistiría en la decisión entre aislamiento nacionalista de los estados, o cooperacion internacional. Desconozco qué va a ocurrir, pero intuyo que, en los próximos años los estados, mediante una mayor intervención en sus economías, recuperarán cuota de poder frente a las grandes empresas de ámbito mundial.

     Tras el análisis del contexto global, en la esfera de lo personal, como gran parte de la sociedad, asisto a los acontecimientos diarios, además de sobrecogido por la tragedia de tantas pérdidas personales, con la fascinación de quien sabe que está viviendo algo trascendente, y soy consciente de que vendrán tiempos muy difíciles, porque una de las principales ideas que hace años se me grabaron de la lectura de ‘‘El cisne negro.’’ es el error de confirmación, que viene a consistir en el autoconvencimiento de que algo no puede ocurrir mañana, por deducción de que no ocurriera ayer o anteayer. En este sentido intento, además de no perder la capacidad de sorprenderme, no preocuparme demasiado, siguiendo el consejo de uno de mis vídeos favoritos (Sunscreen.’’): ‘‘Don't worry about the future. Or worry, but know that worrying is as effective as trying to solve an algebra equation by chewing bubble gum.’’. Como la mayoría de vosotros, en los próximos meses o años, tal vez tenga que afrontar la duda, entendida como la necesidad de toma de decisiones cuando inevitablemente hay que escoger entre dos soluciones malas, o entre diversas opciones que, aun siendo buenas, acarrean todas ellas desagradables efectos. Afrontar algo así, que con toda certeza implicará renuncia, me requerirá en su momento una revisión profunda de mi escala de valores.

     A nivel sociológico, una de las primeras cosas que me planteé desde los primeros días de confinamiento, era cómo afectaría esta crisis a ese colectivo creciente que integramos los que vivimos solos en general, y a los mayores o desfavorecidos en particular. Es demasiado prematuro obtener conclusiones, pero quiero ser optimista, y apelando a nuestra particular idiosincrasia patria, me gustaría pensar que se están extendiendo las redes sociales de ayuda hacia los más necesitados, entre los que se incluyen estas personas.

      En el ámbito cultural, tampoco está exento de cierta gracia lo malos que fuimos visualizando futuros apocalípticos (en general somos nefastos imaginando cualquier futuro, como bien se explica en el libro ‘Tropezar con la felicidad.’’), quizás contaminados por libros o películas con tramas mucho más emocionantes (para la población en general, de la que exceptúo a todos los héroes que se juegan la vida a diario para que estemos sanos, seguros y abastecidos, a los que nunca estaremos lo suficientemente agradecidos), en las que a priori nos hubiera parecido inverosímil la extraña fijación de las masas por el papel higiénico, la levadura, o por ponerse a hacer ejercicios, o recuperar costumbres que en su puñetera vida habían practicado. En todas aquellas producciones culturales, el foco estaba en el contexto, siendo la pandemia en sí la protagonista absoluta de las tramas. En cambio, a partir de ahora, en los próximos años, a buen seguro surgirá una explosión de pintura, literatura, cine o teatro pospandémicos, donde la epidemia pasará a ser contexto, como un decorado más, frente a lo esencial, que serán los acontecimientos en las vidas de los personajes intervinientes. 

      Por aquello tan importante de no perder nunca el humor, tan esencial por su naturaleza catártica, finalizo comentando que me enorgullece formar parte de un país en el que su población se organiza para aplaudir o improvisar música, frente a otros en los que se disparan las ventas de armas. Los tiempos que viene no serán fáciles, pero con vuestra compañía, se harán más llevaderos.

      Besos y abrazos virtuales para todos.
      Cuidaos mucho.


Fuente: Wikipedia: Cygnus Atratus Singapore.jpg. 
Img by Calvin Teo 





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