Tras mi habitual lectura de la prensa dominical en el chiringuito regresaba
para comer caminando a casa por la avenida del Marqués de Rozalejo, personaje
histórico del que (todavía) no sé nada pero sobre el cual comienzo a sentir
curiosidad. Tal como la podéis imaginar, se trata de la típica calle amplia de
urbanización playera, en este caso perpendicular a la costa, con mediana
central, palmeras a ambos lados y un carril bici que va pasando de uno a otro,
del cual estoy muy agradecido por facilitar la experiencia de mimetizarme con
la mayoría de extranjeros residentes cuando me desplazo sobre dos ruedas.
Pero por mucho que me guste sentir el viento en la cara a la vez que pedaleo y
me cambio de acera acompañando al carril bici, las cosas interesantes ocurren
casi siempre a menor velocidad, concretamente a la de mis pies. Es entonces
cuando se me aparecen detalles desconocidos en fachadas de colores y jardines
de la multitud de dúplex y apartamentos diseñados en su momento sin ningún tipo
de orden ni concierto con respecto a los preexistentes.
No suele ser extraño encontrar cualquier tipo de cartelería con variopintos
mensajes, multitud de nombres de villa descoloridos por el sol, e incluso
alguna muestra de algo a caballo entre arte urbano, un espantapájaros
contemporáneo, o (quién sabe) el pasatiempo de unos chavales que decidieron
adornar su jardín con una vieja bici de paseo puesta del revés de la que
colgaron adornos multicolores y alguna botella de agua sobre la que se reflejan los
mismos rayos de luz que hacen guiñar los ojos en las fachadas blancas.
La casualidad hizo que a mitad de mi paseo acabara mi penúltimo sueño despierto
delante de una vivienda de dos (quizás tres) plantas llamada 'Mi ilusión', y
que al levantar la vista encontrara en la planta de arriba un cartel informando
de su venta.
No he podido evitar volver a casa pensando en el vendedor, los motivos por lo
que quería desprenderse de su ilusión, si pudo dar allí al menos parte de los
besos y abrazos con los que soñó, si disfrutó mucho (como yo) de los
atardeceres del Mar Menor, o si tuvo con quien compartir una taza de café
caliente alguna tarde de lluvia....
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