Extraña
sinestesia vivían los de Allí.
Creían ver brillos de colores, auras
tal vez, en los sentimientos que hacia ellos
los demás tenían. Quizás por fortuna, no veían los propios, y se
protegían sin saberlo de una borrachera sensorial. Tampoco podían contarlo, no
hubieran sabido.
Con matices diferentes, los amores
iban del intenso picota inicial al consolidado bronce, si sobrevivían con el
paso de los años. Las amistades eran esmeraldas a veces, otras celestes, y las vitalicias llegaban a ser de un profundo
marino.
Sin recordarlo, los hijos contemplaban en sus padres una intensa
albura ya desde su nacimiento. El resto de familiares se percibían entre ellos
con multitud de dorados.
Cenizas y azabaches no aparecían, lo que de negativo pudiera haber
simplemente iba matizando, apagando el color correspondiente.
Cuando viajaban fuera, los de Allí disfrutaban del tremendo éxito de
uno de los suyos. Sus obras eran extrañamente creativas, de una belleza
hipnótica, tendían a confundir lo real con multitud de emociones, haciendo
indistinguibles las plasmadas en el lienzo con las del embelesado espectador.
Tras contemplarlas, algunos de los de Allí se miraban entre ellos con
los ojos vidriosos. Les hubiera gustado poder decir:
«Esto quise transmitirte toda una vida.».
Amiga Deliriumm me alega mucho que te haya gustado.Gracias a ti por leerme. y espero que estes bien que siempre me alegra saber de ti. Besos
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