viernes, 16 de diciembre de 2016

'De noticias mágicas y arruguicas en la frente.'

En un mundo marcado por avances tan frenéticos, me gusta leer frases de eminentes pensadores que se pueden considerar atemporales, permitiéndome tomar algo de perspectiva que me ayuda a entender e interpretar la época en la que me ha tocado vivir. Así por ejemplo, la tercera ley sobre el avance científico formulada por el escritor británico de ciencia ficción Arthur C. Clarke dice así:


‘‘Toda tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia.’’


Cuando supe de ella hace años ya me pareció fascinante, y al menos en mi caso, mi primera imagen mental es prospectiva, es decir, me imagino una especie de ‘Regreso al futuro.’ con personas de nuestro presente avanzando en el tiempo, pero con unos avances tecnológicos que superan ampliamente a los de la película. Otra posibilidad que también me sugiere la ley es un escenario retrospectivo, como el que se escenifica en la comedia de los noventa ‘Los visitantes no nacieron ayer.’, en el que habitantes de una época medieval aparecen en el presente. Si bien, en definitiva, me queda claro que el concepto de ‘magia’ al que se refiere la ley tiene mucho que ver con el contexto del observador.  


Sin embargo, lo que creo que hace especial nuestro presente es que estamos viviendo una aceleración de los avances científicos y tecnológicos sin precedentes en la historia de la humanidad, de manera que, en pocas décadas el salto temporal necesario para que lo que hoy consideraríamos magia sea una tecnología consolidada puede ser cada vez más pequeño, y las consecuencias sociológicas y filosóficas que esto implicará me hacen especular en toda una suerte de distopías a cada cual más variopinta, en especial porque pienso que, llegarán tarde las medidas necesarias que deberán tomar unas élites políticas que están cada vez más alejadas de la realidad (con mención especial para nuestro viejo continente).


Mientras que se aproximan todos estos sucesos que espero en un futuro cada vez más próximo, disfruto leyendo artículos sobre el tema, a la vez que me distraigo con novelas distópicas (la última que he terminado, ‘Ready player one.’ os la recomiendo con fervor), y visionando series como la maravillosa ‘Black Mirror’ . Y por supuesto, también intento identificar entre los artículos de ciencia que se publican a diario en los medios de información, el germen de los avances que, podría considerar ‘magia’ en un futuro no muy lejano.


A modo de ejemplo de esto último, en este 2016 que ahora acaba me han llamado particularmente la atención dos noticias:


  • El motor EmDrive (que parece violar las leyes de la física) aparentemente genera impulso en el vacío,sin combustible ni partes móviles.




En base a primera no me cuesta imaginar un salto cualitativo en la potencialidad de los viajes estelares; pero la segunda me provoca un aluvión de suposiciones de diversa índole, que se solapan y aumentan mi habitual desapego de la realidad, que tantos despistes cotidianos me cuesta.


A nivel sanitario considero que la posibilidad de revertir el envejecimiento en un futuro próximo supondrá un hito crucial en la historia de la medicina, como en su día pudiera ser la asepsia quirúgica. A nivel filosófico, más pronto que tarde, este avance, junto con otros relacionados con la ingeniería genética, nos supondrán conflictos relacionados con la bioética por afectar a nuestra naturaleza mortal, de la que hasta ahora formaba parte el envejecimiento. Y finalmente, como los tratamientos en humanos que de esta técnica se deriven, serán en principio accesibles sólo para las élites económicas, tiendo a pensar que en un mundo en el que los ricos no envejecen se acelerarán las desigualdades muy por encima de los niveles actuales, ya de por sí insostenibles.


En cualquier caso, mientras llega el tratamiento, conservaré mis arrugas en las frente, como recuerdo de tantas veces que soñé despierto….


arrugas.jpg
Retrato cortesía de mi sobrina de cinco añicos, 
que me quiere con mis arrugas y todo.

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