domingo, 17 de febrero de 2013

''Permeables.''

Mucho antes de ser conscientes, ya lo éramos. Siempre fuimos permeables.
Ya desde niños, vivimos mundos interiores muy desarrollados, percepciones muy intensas, a veces de la realidad; otras sobre ilusiones, pero siempre muy vívidas. Y  allá donde confluían ambas, donde los anhelos se hacían indistinguibles de lo real, una lluvia de emociones nos calaba hasta los huesos.
Han pasado casi veinte años, dos décadas desde que nos encontramos. En una época en la que como cualquier adolescente, dominados por el despertar de los sentidos y el peso de la inmadurez, adolecíamos de una ceguera emocional para distinguir lo auténtico de lo voluble, lo maniqueo de lo cotidiano.
En aquellas cartas releídas una y otra vez a la luz de la lámpara de la mesilla, me decías que me querías para siempre, que estabas segura. Desgranabas tu amor en versos, en música grabada, en llamadas desde cabina en pleno invierno; y yo desde la distancia iba perdiendo el miedo a entregarme.
Intenté ser elegante cuando tocó dejarte marchar. Me sentí morir, pero ya llevaba la lección aprendida.
Sé que te acuerdas de mí, incluso si no me hubieras mandado aquel correo diez años después.
Y ahora toca liberar recuerdos, limpiar y pintar la casa completamente para dejar sitio.
Te alegrarás por mí.

4 comentarios:

  1. Toca los sentimientos...y los recuerdos...toda una lluvia de emociones

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  2. Gracias amiga por leerme. Lo escribí con cierto recelo, pero me algra que os haya gustado tanto.

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  3. me gusta, la historia es tuya, y seguirá siendolo,... un abrazo.

    P.Aguilar

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