domingo, 1 de abril de 2012

'De tapones de plástico y colmillos afilados.'

No puedo negar que desde mi infancia siempre me han apasionado las distintas expresiones artísticas del mundo vampírico ya fueran cinematográficas o literarias. Desde ‘El pequeño vampiro.’ a la reciente saga de Crepúsculo o quizá a la bastante más entretenida serie de novelas de Charlaine Harris .
En cualquier  caso una de las facetas que más me apasionaba de estos diabólicos seres era que no podían entrar a tu hogar sin una invitación previa por tu parte , o lo que es lo mísmo, sin tu palabra.
Tengo la enorme suerte de haberme criado en un pequeño pueblo en medio de Campo de Cartagena de apenas unos cinco mil habitantes, y haber vivido los últimos momentos de  vidas de allegados y vecinos para los cuales su palabra estaba por encima de cualquier escrito, desde comprometerse para cualquier acto social a la compra de su futuro domicilio o cualquier finca o terreno rústico…
            Sin ser tan tajantes no queda muy lejos y yo mismo he vivido el tiempo  en que se confirmaba la asistencia a cualquier tipo de evento sin necesidad de los dispositivos móviles actuales, con varios días de antelación y desde luego sin confirmar horas antes  que el compromiso seguía vigente
Quizás por el mismo motivo que no necesito saber para qué le guardo desde hace meses tapones de plástico a mi madre, pues me basta saber que me dijo que  le importaba para colaborar con un acto benéfico que desconozco….
            Y es que hoy en día tenemos  cantidad de medios para excusarnos a última hora de nuestros compromisos más recientes, pero…

¿Realmente queremos eso?


P.D. A mis amigos, ellos saben por qué.

4 comentarios:

  1. Me gusta mucho tu blog. Es interesante. Te invito yo al mio y asi nos conocemos. Un saludo.
    http://palabradesedano.blogspot.com.es/

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  2. Gracias por tu comentario. Eres muy amable. En breve te devuelvo la visita. :) Saludos.

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    Respuestas
    1. Hola Santiago:
      Nunca he podido soportar el retraso de más de cinco minutos en las citas sin la justificación adecuada. Este sentido estricto de la puntualidad lo adquirí en la educación un tanto espartana de mis primeros años de juventud en los que cada momento se correspondía con un cometido y cada cometido había que realizarlo en el momento predeterminado. Cuando hacemos esperar a alguien, estamos malversando un tiempo que no nos pertenece. Pertenece al otro.
      Yo procedo del mundo rural, casi del campo, en el que un trato se sellaba con un apretón de manos y aquello era sagrado. He visto en mercados de ganado, como se ceremoniaba el acuerdo, y quedaba sellado para siempre, sin papeles, sin abogados, sin notarios. Ahora la palabra dada y la seriedad brillan por su ausencia y los postulados para la negociación se vician de trampas para atrapar la presa.
      Todo esto parece ser el signo de los tiempos y por analogía un tanto exagerada llegamos a los incumplimientos de los políticos de lo que podíamos llamar el contrato social con sus ciudadanos.
      Saludos cordiales de tu excompañero Félix.

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  3. Hola Félix:

    Estoy encantado de que te des una vuelta por mis elucubraciones, algunas más espontáneas que otras.

    Casi prefiero no hablar de los politicos porque sea en unos casos por inepcia, en otros por malicia, al verdad es que nos están inflingiendo un daño profundo y duradero...

    Prefiero quedarme con tu inicio y el mío del elogio de la honradez y la coherencia.

    Un fuerte abrazo.

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